Tristeza, Miedo y Rabia. Emociones claves para innovar.
A menudo se busca eliminar las emociones del entorno laboral, bajo la premisa de que negocios y emociones no se mezclan. Como si el sentir te pusiera en una posición no tan favorecedora.
Necesitamos gente que controle sus emociones
Esta búsqueda de objetividad como algo superior a lo emocional ha llevado a una desconexión de nuestra parte humana, resultando en la desvalorización de la vulnerabilidad y la expresión emocional. Sin embargo, integrar nuestras emociones puede ser una fuente valiosa de aprendizaje y transformación.
En este contexto en el que lo único constante es el cambio quiero hablar de 3 emociones con muy mala prensa que son grandes maestras si de innovación se trata.
Miedo: Catalizador del cambio
El miedo es una emoción primaria que a menudo se percibe como un obstáculo. En realidad, el miedo nos avisa que estamos a punto de salir de nuestra zona de confort. Enfrentar el miedo puede ser el primer paso hacia la innovación. Cuando reconocemos y aceptamos el miedo, podemos explorar sus raíces y entender qué nos está reteniendo. Este proceso nos permite evaluar los riesgos y encontrar el coraje para avanzar. El miedo, cuando se maneja adecuadamente, puede ser un poderoso catalizador para el cambio, empujándonos a explorar nuevas ideas y enfoques que de otro modo evitaríamos.
Tristeza: Reflexión y renacimiento
La tristeza, aunque dolorosa, es una emoción que nos invita a la reflexión y el cierre de ciclos. En el ámbito laboral, la tristeza puede surgir de la pérdida de un proyecto, la salida de un compañero o un fuerte cambio de vida personal ( la muerte de un pariente o un cambio de rol como el ser mamá y trabajadora a la vez). Este sentimiento nos da la oportunidad de detenernos y reflexionar sobre lo que hemos perdido y lo que hemos aprendido. La tristeza nos permite hacer un duelo necesario para cerrar una etapa y prepararnos para una nueva. Es en este proceso de reflexión y aceptación donde encontramos la energía para renovarnos y adaptarnos a nuevas circunstancias, fortaleciendo nuestra capacidad de resiliencia.
Rabia: Motor de Justicia y Propósito
La rabia es una emoción que surge cuando percibimos una injusticia. En el entorno laboral, puede ser una señal de que algo no está funcionando como debería. La rabia nos motiva a actuar y corregir situaciones injustas o ineficientes. Es una emoción que nos conecta con nuestros valores y principios más profundos. Cuando canalizamos la rabia de manera constructiva, podemos transformar esa energía en acciones concretas que promuevan cambios positivos y alineen nuestras prácticas con nuestros valores. La rabia, en su justa medida, puede ser un motor poderoso para la innovación.
Integración de Emociones en nuestros proceso de aprendizaje.
Integrar estas emociones en nuestro día a día puede parecer desafiante, pero es esencial para el crecimiento personal y organizacional. Aquí algunos pasos para hacerlo:
Reconocimiento y aceptación: Reconocer nuestras emociones y aceptarlas como parte natural de nuestra experiencia humana es el primer paso. Esto implica crear espacios seguros donde las personas puedan expresar sus sentimientos sin miedo a ser juzgadas.
Reflexión y aprendizaje: Utilizar las emociones como herramientas de reflexión. Preguntarnos qué nos está enseñando cada emoción sobre nuestras circunstancias y cómo podemos usar ese conocimiento para mejorar.
Acción constructiva: Transformar la energía de nuestras emociones en acciones constructivas. El miedo puede impulsarnos a prepararnos mejor; la tristeza puede llevarnos a cerrar ciclos de manera saludable, y la rabia puede motivarnos a corregir injusticias.
Cultura organizacional: Fomentar una cultura organizacional que valore y promueva la inteligencia emocional. Esto incluye formación en habilidades emocionales y la creación de políticas que apoyen el bienestar emocional de todos los miembros de la empresa.
El miedo, la tristeza y la rabia son emociones con mala reputación en el entorno laboral, pero cada una de ellas tiene un valor intrínseco que, cuando se gestiona adecuadamente, puede ser un motor poderoso para la innovación y la transformación. Integrar nuestras emociones en el mundo laboral no solo nos hace más humanos, sino que también nos proporciona una ventaja competitiva al permitirnos adaptarnos y evolucionar de manera más efectiva.
Invito a líderes y organizaciones a reconsiderar el papel de las emociones en el trabajo y a verlas como aliadas en el proceso de creación de entornos laborales más humanos, resilientes y justos.
Si te interesa seguir conversando sobre este tema, suscríbete y escríbeme para reunirnos y evaluar posibilidades de colaborar para diseñar mejores e xperiencias para ti y tus equipos de trabajo
.